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José Rosario Chávez "Manteca"



La percusión

Un golpe de tambor en Cuba tiene un sonido diferente al que se produce en cualquier punto del continente, porque en aquél está toda la tradición milenaria de África, con sus alegrías, misterios y desgracias. La batería de Gene Kruppa, por ejemplo, conforma un mundo de sonidos diferente del que produjo Chano Pozo, aunque las dos corrientes, se acercaron en determinado momento histórico. Este se había iniciado en el espiritualismo de los tambores batá; en cambio, el norteamericano agotó las posibilidades de la batería, un instrumento que estaba muchas generaciones adelante del tambor.

Todos los percusionistas cubanos de la primera mitad de Siglo recibieron la influencia directa del tambor de la santería. Ese misticismo clandestino marcó la forma y el fondo de cada uno de ellos, y como sucede en todos los campos, algunos brillaron más que otros. Chano Pozo, tuvo el mérito de acercar la tradición cubana a la escuela jazzística norteamericana. Su labor quedó inconclusa, pero tendió un puente para los que venían detrás. En los grupos musicales de la isla, destaca José Rosario Chávez, "Manteca", el timbalero de la Sonora Matancera. Quienes han dicho que él es el mejor, tan solo proponen una manera distinta- pero genial – de golpear los cueros. Quienes afirman que "Manteca" esta entre los mejores percusionistas que dio Cuba sin duda están en lo cierto, pero es bueno enfatizar que el olympo de esa especialidad está compuesto por sólo dos o tres gigantes.


Sin contar a los cantantes de la Sonora, individualmente solo Lino Frías ha hecho un aporte similar al de "Manteca". Recuérdese que las trompetas y el coro tenían varios componentes y que es relativamente fácil obviar el aporte de la percusión. Sólo los individuos con un talento extraordinario logran trascender en un campo tan cercano al anonimato. Los aplausos siempre van para el cantante, para el solista del piano o del instrumento de viento, que fácilmente acceden al primer plano de la melodía. El percusionista tiene asignado un trabajo reiterativo y complementario, pero pocas veces lucido. Su papel es de primera importancia, pero es básicamente de soporte, no de orfebrería. Quienes logran superar esa barrera y convertirse en figuras de primera línea, pasan a ser estrellas que regularmente rozan el mito, porque han transgredido doblemente los límites del convencionalismo.

"Manteca" y Chano Pozo gozan de ese privilegio dentro de la música cubana; uno entre e! grupo musical más grande que dio la isla y el otro en solitario o en asociaciones musicales disímiles. "Manteca", a fuerza de talento fue solista en diversas interpretaciones de la Sonora; su golpe era tan particular qué se abría paso sin proponérselo. No en vano estamos hablando aquí de un individuo que se retiró de la Sonora en 1956, cuando aún la historia del grupo estaba lejos de cerrarse.

El complemento de "Manteca" en la percusión de la Sonora fue Ángel Alfonso Furias, "Yiyo" y el reemplazo fue Domingo Simón Esquijarrosa, "Minino" y luego Mario Muñoz Salazar, "Papaíto". De los tres se pueden escribir las mejores cosas, pues son percusionistas de primer nivel; sin embargo, a pesar de tan marcadas cualidades, ninguno llega a la altura de "Manteca". Desde el punto de vista del mito de la Sonora Matancera, cual es el tema central de este ensayo, José Rosario Chávez, "Manteca", es uno de los músicos que más aporta a ese fenómeno sociológico y metafísico que hemos abordado.

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