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El pionero del jazz que vivía en el Cuerno de África - Carlos Fuentes



Mulatu Astatke defiende orgulloso su rol de pionero del jazz en el Cuerno de África y esboza una leve sonrisa cuando se le pregunta por la “resurrección” del jazz etíope de los años sesenta y setenta con las reediciones de la serie Ethiopiques. “Estuvo bien, pero no quiero vivir del recuerdo. Estoy satisfecho de lo que hice entonces, pero hoy quiero hacer música para hoy”, afirma este vibrafonista y compositor etíope de 66 años. Mañana actúa con el grupo británico The Heliocentrics en Madrid y el sábado lo hará en Barcelona.

Mulatu Astatke (Jimma, 1943) estudió música en academias de Londres y Boston (en 1968 fue el primer alumno africano negro en el sacrosanto Berklee College), en Nueva York lideró The Ethiopian Quintet y, ya a finales de los años sesenta, regresó a su país con el jazz en la sangre. Pero Etiopía había cambiado. En el feudo del emperador Haile Selassie, pobreza y música convivían a la fuerza. No había mucha más opción. Ocho de cada diez etíopes trabajaban el campo, pero en la capital existía una selecta clase alta. La música extranjera entraba por radios subvencionadas para frenar la influencia comunista. Y el jazz y el funk empaparon el ambiente. Nacía el ethio-jazz.

“Mezclamos nuestra música tradicional, que es muy austera, con el sonido que estaba en auge durante aquellos tiempos en América. También hubo influencias de música latina, pero lo más importante era África”, explica Mulatu Astatke. Eran jóvenes con ganas de cosas nuevas. Apareció el jazz y lo agarraron al vuelo, porque el ritmo ya lo tenían. Este veterano compositor y vibrafonista, portavoz de la jerarquía africana en los ritmos del mundo, asegura ahora que África “es la fuente de todas las músicas. Todo viene de allí, incluso el jazz. Los genes musicales nacieron en África, aunque luego los llamaran soul o blues. Todos los estilos musicales tienen origen africano”.

En los años del swinging Addis Abeba, Mulatu Astatke tuvo un papel capital. Actuó e hizo arreglos con Duke Ellington. “Era mi héroe. Cuando nos visitó tocó mi música y lo hizo con mi grupo. Fue un sueño. Siempre respeté el jazz de esa época, fue una gran escuela”, recuerda el vibrafonista, que años más tarde encontraría otro amigo americano. En 2005, el cineasta Jim Jarmusch incluyó tres canciones suyas en la película Broken flowers. Con este aval contemporánea, una suerte de renacimiento musical a ojos del gran público occidental, Mulatu Astatke alienta que África arme su propia escena. No habla mal de los productores musicales europeos que buscan una revelación en aguas del continente negro, aunque cree con firmeza que los problemas de África están en manos de los africanos. “Debemos trabajar para tener industria, mercados y público para nuestras músicas. Poco a poco, lo estamos consiguiendo”.

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