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Cándido, humilde virtuoso de las congas



POR ADRIANA DÍAZ Y SAMUEL MINSKI
Activo por más de 7 décadas, este mago del ‘telégrafo antiguo’ se retira de los escenarios.

Cualquiera que haya escuchado música latina o Latin jazz probablemente ha escuchado a Cándido Camero, más conocido, a secas, como Cándido. Toda una leyenda viviente, el percusionista cubano es una figura crucial en la historia de la música, principalmente en el nacimiento del Latin jazz, pero también un creyente de la humildad: «Es la mejor manera de agradar a la gente de todo el mundo. Si soy humilde, las personas me respetarán más que si tratara de presumir», afirma el músico isleño.

Cándido inventó técnicas que todos los congueros usan hoy en día, como tocar tres o cuatro congas al tiempo y afinar las congas en diferentes tonos. No obstante, nunca pretendió dominar el solfeo para deleitarnos con sus sonidos. «¡No sé nada sobre do, re, mi!», dice. Solo usa su oído, al cual se refiere como su «radar», mientras toca tres congas, dos bongós y una campana de pie (gajate) al mismo tiempo.

Convertido en uno de los congueros más solicitados del siglo XX, «hizo que tener a un conguero en la banda fuera algo elegante», como explica el percusionista estadounidense Bobby Sanabria.

En 1952, Cándido se presentó en el Carnegie Hall con Charlie Parker y Dizzie Gillespie. «Fue un sueño hecho realidad», evoca el artista. Su inmenso éxito como percusionista, su creatividad e inteligencia musical le permitieron crear amistad y compartir escenario con Tony Bennett e incluso codearse con Elvis Presley.

El brillo de Cándido, quien dice no creer en falsas inspiraciones, proviene de su dedicación y talento. Según el pianista Stant Kenton, con quien grabó el álbum Kenton Showcase, en 1954, «entre sus hábitos personales conozco que se abstiene de utilizar un lenguaje soez, no bebe alcohol, ni consume tabaco, eso ha hecho que su trayectoria sea impecable. En medio de este mundo le he encontrado como un tipo de carácter inusualmente alto».

Esas cualidades podrían ser la causa de la vitalidad que le permite, aún a sus 95 años, tocar para el que fue su concierto de retiro el pasado 18 de noviembre en el neoyorquino Aaron Davis Hall, compartiendo escenario con Bobby Sanabria Multiverse Big Band, David Oquendo, Amaury Acosta y (U)nity, Xiomara Laugart, Benjamin Lapidus, Rome Neal y otros invitados.

Pero quizá uno de los secretos de Cándido es la versatilidad. «Siempre trato de adaptar las congas al ritmo de la música que estoy tocando», afirma. Este talento lo ha llevado a compartir escenario con los artistas más importantes de la música latina, en el jazz y el Latin jazz, desde Mongo Santamaría, Machito, Celia Cruz y Ray Barretto, hasta Ray Charles, Duke Ellington, Sonny Rollins, Count Basie, Sarah Vaughan y Billie Holiday.
De Holiday recuerda que era «muy humilde, muy sociable, respetuosa. Todo el mundo la quería. Lamentablemente no pudo terminar su carrera como debía haber sido».

Claramente, Cándido ha dominado el arte de coordinar la independencia con múltiples percusiones, una habilidad que le tomó cierto tiempo y que logró a través de su experimentación en la orquesta sinfónica, donde tuvo la idea de tocar más de una conga a la vez.

No obstante, no deja de recordar sus inicios cuando debutó profesionalmente a los 14 años en el bajo, en su natal Cuba, donde «mi padre solo me dejaba poner pantalones largos los fines de semana para las presentaciones. El resto de la semana tenían que ser cortos porque él decía que no tenía 21 años todavía», recuerda entre risas.

Orgulloso de las nuevas generaciones de percusionistas «porque la tradición de las tres congas continúa», el percusionista cubano se ha despedido de forma oficial de los escenarios, no sin antes afirmar: «seguiré tocando mis tres congas hasta que Dios diga hasta aquí, porque es mi gran pasión».

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